martes, 10 de agosto de 2010

Medidas complementarias para incentivar el ingreso de talentos a las carreras de pedagogía: una deuda pendiente

Con beneplácito nos hemos enterado que el Ministro de Educación anunció medidas concretas para atraer jóvenes talentos a las carreras de pedagogía, consistentes en becas, aportes en dinero y posibilidades de intercambio en el extranjero.

Desde hace tiempo que las investigaciones apuntan al rol clave que cumplimos los profesores en el aprendizaje de los estudiantes, por ello preocuparse que los mejores puntajes PSU encuentren incentivos para estudiar pedagogía me parece una medida acertada, aunque insuficiente si el fin último es mejorar efectivamente la calidad de la Educación en Chile.

Esta medida debe complementarse en primer lugar, con una revisión exhaustiva de la calidad de los programas que imparten las instituciones formadoras de formadores, debiendo ser un requisito sine qua non para la entrega de beneficios a los puntajes de excelencia, la postulación a programas acreditados, idealmente por un período no inferior a 3 años. En segundo lugar, es urgente la revisión del estatuto docente, de modo que los vicios que han surgido al amparo de esta legislación sean reemplazados por el fomento de una profesionalización docente que asociada al mérito, premie a los profesores de excelencia con mejores rentas a lo largo de su carrera. Finalmente, resulta indispensable la creación de equipos de gestión en los establecimientos educacionales, altamente calificados, con capacidad de autonomía en la toma de decisiones, con presupuestos realistas y con estándares de eficiencia medibles cada cierto tiempo, de modo que la cultura de la calidad sea una práctica habitual.

Si bien es cierto que es un avance mejorar las condiciones de ingreso de la “materia prima” que asumirá la formación de los jóvenes del siglo XXI, la autoridad ministerial no debe descuidarse de ofrecer también incentivos para la carrera docente, considerando que los postulantes de hoy son cada vez más críticos, demandantes e informados.

Por Paula Luna Ramírez, Mg. en Educación, Directora de Escuela de Pedagogía en Historia y Geografía, Universidad San Sebastián - sede Concepción

jueves, 5 de agosto de 2010

La matemática como medio de aproximación al mundo real

En el contexto de la permanente preocupación por los deficientes logros generalizados de nuestros niños y jóvenes de nuestro país en aprendizajes en matemática es que se plantean las siguientes ideas a modo de reflexión.
El lenguaje cotidiano o la mera simplificación de los conceptos matemáticos pueden distorsionar los aprendizajes. Esto, dado principalmente por la disonancia entre la construcción conceptual que intenciona conceptos posteriores en la enseñanza formal y el uso coloquial que apunta a explicar procesos o entes asociados a conceptos matemáticos en forma aproximada e imprecisa.
  • Aparecen aquí los objetos geométricos que usualmente se asocian con formas geométricas.
  • Las propiedades de los conjuntos numéricos que se visualizan a interesante distancia de la solución de problemas cotidianos.
  • Figura el álgebra como una herramienta que se nutre de sí misma y no como instrumento de modelamiento para la resolución de problemas, entre otras aplicaciones. 
Es decir, se debe acercar el uso de la matemática al y en el contexto inmediato de uso, con la salvedad de procurar un uso conceptual correcto. No es menor la tarea de desaprender un concepto mal aprendido para instalar uno correcto, en términos del tiempo que ello demanda.

Los preconceptos que instalamos en los niños respecto a las condiciones supuestamente heredadas de “bueno o malo para la matemática”, condicionan y/o predisponen a los alumnos para afrontar un uso cercano y amistoso de la matemática como herramienta eficaz para resolver problemas de su entorno o para dar explicación respecto a situaciones y procesos que la involucran.

  • El rotular de bueno o malo para la matemática en atención a un historial familiar de fracasos o malas experiencias no aporta, sino que resta posibilidad de desarrollo.
  • El generar por el contrario estímulos positivos para los logros y desempeños de uso, le confiere seguridad y construye una historia de éxitos en los alumnos que fortalece su autoestima académica y genera círculos virtuosos a través de rótulos tales como: “Tú eres muy bueno matemáticamente” o “eres muy hábil con los números” entre otras frases. 
La matemática no se circunscribe tan sólo al cálculo sino que implica estrategias de acercamiento para solucionar problemas, es decir, estimula el desarrollo del análisis lógico para solucionar dilemas. El analizar alternativas de elección frente a un determinado requerimiento, demanda de la lógica matemática, la forma de como empezar, elegir elementos relevantes, clasificar, ordenar, jerarquizar pasos y procesos.
  • Así a modo de ejemplo, el cocinar no tan solo requiere de una serie de cálculos para estimar la cantidad adecuada de ingredientes, sino que propone el desafío de articular lógicamente los pasos secuenciados de una tarea donde el orden de los factores y pasos sí altera el producto.
  • El desarrollar el carácter empático para resolver problemas de relaciones humanas requiere por ejemplo, desde el análisis, hasta el estructurar un algoritmo lógico de pasos para afrontar y resolver desde las distintas miradas de los actores involucrados, de modo de plantear una solución concordada y que satisfaga a todos, como en teoría de conjuntos que incluya a todos y que logre la mayor cantidad de puntos comunes de consenso (intersección). 
Finalmente en la medida que asociamos estos elementos y los hacemos conscientes en los alumnos, desde el discurso intencionado y consensuado de sus referentes inmediatos del saber, es decir, familia y colegio, podremos cambiar la apreciación de esta disciplina como herramienta y conjunto de conocimientos que nos facilita las cosas, que en ella está la raíz de las soluciones y no de los problemas, es que haremos la inflexión necesaria para hacerla más amigable y cercana a nuestros niños y jóvenes. Incorporar el uso adecuado del lenguaje matemático demanda esfuerzos conjuntos de anticipación y preparación para estructurar un código claro y comprensible pero certero y bien usado.

En definitiva hablar a través del lenguaje de la matemática nos acercamos a entender nuestro entorno, y a su vez se puede afirmar que el entorno está escrito en este lenguaje matemático.

Por Ricardo González Méndez, Mg. en Evaluación de los Aprendizajes, Secretario de Estudio de Pedagogía en Matemática, mención Informática Educativa, Universidad San Sebastián - sede Concepción.